Sputnik V es la única vacuna aprobada y que está siendo suministrada por el Gobierno argentino es gracias al acuerdo entre la Casa Rosada y el Fondo Soberano de la Federación Rusa
Elaborada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, de Moscú, la Sputnik V es la única vacuna aprobada y que está siendo suministrada por el Gobierno argentino. Fue gracias a un acuerdo entre la Casa Rosada y el Fondo Soberano de la Federación Rusa, que autorizó, el pasado 10 de diciembre, el envío de 10 millones de unidades para aplicar entre los meses de enero y febrero.
La campaña de vacunación ya fue calificada por el Gobierno de Alberto Fernández como "la más importante de la historia argentina". Las aplicaciones son gratuitas, voluntarias y no importa si el beneficiario ya contrajo el coronavirus con anterioridad. Según informó el Ministerio de Salud, ya se han aplicado más de 200.000 dosis en todo el territorio nacional.
Pero como en todo el mundo, el fármaco tiene sus detractores en Argentina. Aunque en Buenos Aires, entre los profesionales del Hospital Fernández, nadie parece dudar de su eficacia. "Hay mucha desinformación —considera Ezequiel Acuña—, el avance científico y tecnológico es muy desprestigiado ahora. No debería ser así, porque, si en todos estos años avanzamos tanto, por qué no vamos a poder generar una vacuna, sea el país que sea, más rápido que antes. Ahora miramos de dónde viene, quién la hizo. Pero antes nos dábamos una vacuna para el sarampión y nadie se lo preguntaba. Esa desconfianza es actual, como la ola antivacunas, que lamentablemente no le hace bien a la sociedad", analiza el trabajador sanitario.
Testimonios:
"Un hombre que está parado bajo la lluvia tanto tiempo, en algún momento se moja. Del mismo modo, un soldado que va a la guerra, aunque tenga casco, no es inmune a las balas que le pasan cerca", dice Ezequiel Acuña. Este enfermero argentino de 31 años acaba de aplicarse este martes la segunda dosis de la vacuna rusa Sputnik V contra el covid-19, enfermedad que ya tuvo y atravesó internado en el Hospital Fernández de la ciudad de Buenos Aires, donde trabaja.
Ezequiel debe volver a atender pacientes con coronavirus. Pero mientras se toma 20 minutos para recuperarse del pinchazo, el joven dialoga con RT sobre las expectativas que genera la vacuna en el personal médico, primer grupo en recibirla en el país y que ya va por el segundo componente.
"Va a tardar un tiempo porque somos 44 millones de argentinos. Pero tengo esperanza de que esto se pueda resolver y podamos descansar un poco. Espero lo mejor", afirma el joven que, que se inyectó la primera dosis el día 29 de diciembre, sin mayores dificultades. "Tiene efectos secundarios esperables. Tuve una febrícula pero solo durante unas horas. Esa misma noche se me pasó", cuentan.
Una enfermera quien hasta ahora no ha padecido la enfermedad del coronavirus, desestima las versiones que ponen en duda la eficacia de la Sputnik V, porque no cree que haya personas creando vacunas para hacerle daño al mundo. "Pensarlo me parece una tontería", dice, aunque respeta a quienes prefieren no poner su brazo a la aguja porque "es una decisión personal".
"Lo que puedo decir es que los que nos hemos vacunado no nos ha pasado nada. Y a los que les ha pasado algo, son síntomas totalmente esperables, que se podrían sentir con cualquier otra vacuna. El cuerpo está reaccionando, y está bueno porque está generando anticuerpos. Y a los que no, bueno, mejor. Pero es completamente segura", señala.
El verano, el agotamiento por el encierro y la necesidad de hacer girar la rueda de la economía han impuesto una nueva normalidad en Argentina. La gente circula por las calles, toma buses, pasea, la mayoría con los cuidados necesarios, aunque otros no tanto. El temor al contagio creció porque los números no son solo números. Ayer mismo, el Ministerio de Salud reportó 425 muertes por la enfermedad que está azotando al mundo.
Con más de 1,8 millones de contagios y habiendo superado los 46.000 fallecidos por la enfermedad, el Gobierno argentino tiene previsto comenzar a vacunar al personal docente en febrero, con la expectativa de poder dar inicio a las clases en todo el país a partir de marzo.