Fuerzas de seguridad arrestaron a más de 1.500 personas -unas 300 el domingo y 1.200 más el lunes-, informó el Ministerio de Justicia. Las autoridades están evaluando los daños materiales producidos en el asalto
Miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro invadieron los edificios del Congreso Nacional, la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal (STF) en una jornada de caos.
Los bolsonaristas pedían una intervención militar y la renuncia de Luiz Inacio Lula da Silva, quien derrotó a su rival de extrema derecha en las elecciones de octubre. La capital de Brasil fue escenario este domingo de dramáticos sucesos en lo que muchos definieron como un "asalto a la democracia".
Ante lo sucedido, el presidente de Brasil decretó la intervención federal de Brasilia, lo que significa que el área de seguridad pública de la capital queda bajo supervisión del gobierno federal hasta el 31 de enero.
Lula dijo que lo sucedido este domingo "no tiene precedentes en la historia del país". Su ministro de Justicia habló de "terrorismo" y de un intento de "golpe de Estado".
Horas después, las autoridades anunciaron que habían recuperado el control de los edificios que, al ser domingo, estaban vacíos en el momento de un asalto que evidencia la tensión política que vive el país en los últimos años.
Las fuerzas de seguridad arrestaron a más de 1.500 personas -unas 300 el domingo y 1.200 más el lunes-, informó el Ministerio de Justicia. Las autoridades están evaluando los daños materiales producidos en el asalto.
Entre los objetos destruidos hay un reloj del siglo XVII de Balthazar Martinot -el relojero de Luis XIV- regalado por la corte francesa a Brasil y el cuadro As Mulatas del pintor brasileño Candido Portinari valorado en más de US$1,4 millones.
"Esto es terrorismo, es un golpe de Estado. Estamos seguros de que la gran mayoría de la población no quiere que se imponga esta oscuridad", dijo el ministro de Justicia, Flávio Dino. Las dramáticas escenas se produjeron una semana después de la toma de posesión del izquierdista Lula, el pasado 1 de enero.
En su discurso de inauguración, el nuevo mandatario prometió reconstruir el país. Criticó también duramente las políticas de su predecesor, quien fue a Estados Unidos y evitó estar presente en la ceremonia de cambio de mandato. A través de Twitter y tras horas de silencio, Bolsonaro se desmarcó de las acciones perpetradas por sus seguidores.
Qué pasó este domingo en Brasilia
Pero las escenas del domingo mostraron que esas predicciones fueron prematuras.
Los manifestantes, que se concentraron en la mañana frente al Cuartel General del Ejército, se trasladaron a la avenida donde se encuentran los ministerios gubernamentales y varios monumentos nacionales.
Frente al Congreso, un pequeño grupo de policías trató de detener el avance de los manifestantes con gas pimienta, sin éxito.
Decenas de manifestantes ingresaron a la rampa que da acceso al Congreso y al Palacio del Planalto -palacio presidencial-,y a los alrededores del edificio del Supremo.
"Estoy aquí por la historia, por mis hijas", dijo a la agencia AFP Lima, un ingeniero de 27 años que participó en el asalto. "Necesitamos restablecer el orden tras esta fraudulenta elección", agregó. En las imágenes se vieron ventanas rotas y manifestantes caminando tranquilamente dentro del edificio del Congreso. Algunos llegaron a la cámara del Senado, donde saltaron sobre los asientos.
Al ser domingo, el Congreso estaba vacío. Solo los empleados responsables de los servicios esenciales estaban presentes en el momento de la invasión.
Algunos manifestantes también entraron en el Palacio del Planalto, donde realizaron actos vandálicos.
Se produjeron actos de vandalismo dentro del Palacio. Horas después, los tres edificios volvieron a estar bajo control de las fuerzas de seguridad.
Algunos bolsonaristas en la capital expresaron su indignación por la violencia y dijeron que el ataque marcó un día triste para el país.
"Voté por Bolsonaro, pero no comparto lo que están haciendo", dijo a la BBC Daniel Lacerda, de 21 años, condenando a los asaltantes.
El presidente Lula visitó la zona por la noche. Había anunciado horas antes en Sao Paulo, donde se encontraba de viaje oficial, la intervención federal de Brasilia para "garantizar la seguridad pública".
También ordenó el cierre del centro de la capital, incluida la avenida principal donde se encuentran los edificios administrativos y gubernamentales, durante 24 horas.
En la madrugada del lunes, el Supremo Tribunal de Brasil destituyó al gobernador del distrito federal de Brasilia, Ibaneis Rocha.
Aunque Rocha se disculpó por no haber podido evitar el motín, el Tribunal consideró su conducta "dolorosamente silenciosa" y lo acusó de haber ignorado los llamamientos a crear un plan de seguridad ante la presencia de los bolsonaristas en las cercanías de los edificios públicos.
Muchos comparan este suceso con el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 por parte de los partidarios de Donald Trump, un aliado de Bolsonaro.
Lula y Bolsonaro
Lula calificó a los que estaban detrás del asalto al Congreso de "fascistas fanáticos" que representan "todo lo que es abominable" en la política. Y dijo que quien lo hizo será "encontrado y castigado".
"Incluso vamos a averiguar quiénes son los financiadores de estos vándalos que fueron a Brasilia y todos pagarán con fuerza de ley por este gesto irresponsable, este gesto antidemocrático y este gesto de vándalos y fascistas", dijo el presidente.
El izquierdista Lula da Silva tomó posesión el pasado domingo.
Lula también arremetió contra la policía, condenando su falta de acción cuando la multitud se tornó violenta.
"La policía no hizo nada en absoluto. Simplemente dejaron entrar a los manifestantes", dijo.
"Hubo mala fe, mala voluntad. Los policías que participaron en esto no pueden quedar impunes".
Flávio Dino, el ministro de Justicia, apuntó al gobernador regional, un aliado de Bolsonaro, al que acusó de "negligente".
Tras horas en silencio desde que se desatara la insurrección, Bolsonaro, que se encuentra en Florida (EE.UU.), escribió una publicación en Twitter para desmarcarse de las acciones perpetradas por sus seguidores este domingo en Brasilia.
"Las manifestaciones pacíficas son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, se salen de la regla", expresó.
"A lo largo de mi mandato siempre me he mantenido dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad", continuó.
"Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del ejecutivo de Brasil", en referencia a Lula, que lo señaló como responsable de los hechos.
Bolsonaro se encuentra en Florida, donde se trasladó a finales de diciembre, en los últimos días de su presidencia.
Su esposa, Michelle Bolsonaro, publicó el lunes en su cuenta de Instagram que el expresidente se encuentra en observación en el hospital por dolores abdominales como secuela del apuñalamiento que sufrió en la campaña electoral de 2018.
Durante su gobierno, Bolsonaro defendió en varias ocasiones la brutal dictadura militar que gobernó el país durante más de 20 años.
"Es más que la derrota de Bolsonaro"
Análisis de Katy Watson, corresponsal de la BBC en Sao Paulo
Es importante señalar que no se trata solo de la derrota de Jair Bolsonaro, sino que es más que eso.
Muchos de sus seguidores con los que he hablado en los últimos meses han dicho que él es menos relevante de lo que era.
Lo que los manifestantes de línea dura quieren más que nada es que Lula regrese a prisión, no al palacio presidencial.
Es su miedo al comunismo y la visión errónea de que Lula es un comunista lo que está alimentando su ira más que nada.
Jair Bolsonaro fue el vehículo de esa ira: fue la persona que desplazó a Lula.
Pero ha estado muy callado desde que perdió (incluso voló a Florida para evitar la toma de posesión), e incluso él no ha sido tan duro como quienes lo respaldan.
Algunos argumentan que Bolsonaro es irrelevante: que solo el ejército puede salvar a Brasil.
Este es un país donde el gobierno militar todavía es muy aceptado entre una parte considerable de la población.
Entonces, si bien en muchos sentidos está sacado directamente del manual de estrategia de Trump, hay profundas raíces brasileñas en todo esto y una vuelta al miedo al comunismo que hubo durante la Guerra Fría.
Reacciones de condena
Mandatarios del continente americano y de otras partes también se sumaron a las condenas de lo sucedido en Brasilia.
El presidente estadounidense, Joe Biden, describió lo sucedido este domingo como "inaceptable".
"Condeno el asalto a la democracia y al traspaso pacífico del poder en Brasil", expresó en un tuit.
"Reprobable y antidemocrático el intento golpista de los conservadores de Brasil azuzados por la cúpula del poder oligárquico, sus voceros y fanáticos. Lula no está solo, cuenta con el apoyo de las fuerzas progresistas de su país, de México, del continente americano y del mundo", tuiteó, por su parte, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
El presidente chileno, Gabriel Boric, dijo que Brasil tiene su respaldo "frente a este cobarde y vil ataque a la democracia".
"Estamos junto al pueblo brasileño para defender la democracia y no permitir #NuncaMás el regreso de los fantasmas golpistas que la derecha promueve", tuiteó, por su parte, el presidente argentino, Alberto Fernández.
"Las derechas no han podido mantener el pacto de la no violencia", tuiteó el presidente colombiano, Gustavo Petro, que afirmó que "el fascismo ha decidido dar un golpe".
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, también quiso expresar su apoyo a Lula y condenó "rotundamente el asalto al Congreso de Brasil".
El presidente francés, Emmanuel Macron, tuiteó en portugués que "la voluntad del pueblo brasileño y las instituciones democráticas deben ser respetadas" y dijo que Lula puede contar "con el apoyo incondicional de Francia".
El canciller de la Unión Europea, Josep Borrell, aseguró estar "consternado por los actos de violencia y la ocupación ilegal de la sede del gobierno de Brasilia por parte de extremistas violentos", y expresó su apoyo a Lula.