Una de las hormonas que se disparan cuando el amor se ha instalado en el cerebro es la oxitocina. Entre otras cosas, es la responsable del cariño entre padres e hijos y del afecto entre las parejas, y por eso se conoce como la ‘hormona del abrazo’.
Científicos de la Universidad Bar-llan de Israel analizaron las cantidades de oxitocina en sangre de 163 jóvenes. Entre ellos se encontraban 43 personas solteras y 60 parejas de ‘nuevos amantes’, que solo llevaban tres meses de relación. Como esperaban, los valores de oxitocina en las parejas eran superiores a los de los solteros, pero lo sorprendente de la investigación fue otro hallazgo, encontrado seis meses después del comienzo de las observaciones.
Descubrieron que las parejas con los niveles más altos desde el principio seguían juntas nueves meses después, mientras que las demás habían roto. Los científicos entrevistaron a las parejas y comprobaron que los niveles de oxitocina estaban relacionados con la reciprocidad de los miembros y también con el afecto, muestras de cariño, compañerismo y la ansiedad y preocupaciones que compartían. Estos rasgos son similares a los que se aprecian en una relación padre e hijo. Según este estudio, la oxitocina registrada durante los primeros meses podría ser, de algún modo, un indicador de la duración de la relación.
Entonces, si nos suministráramos la hormona de forma externa ¿podemos conseguir que el amor durara para siempre? Los investigadores dicen que es imposible y aconsejan la opción natural. “Cuando las parejas se tocan más y se prodigan afecto, la oxitocina aumenta. Si los niveles bajan porque todo lo anterior falla, recomiendan que la relación llegue a su fin Cuestión de química La droga más fuerte El enamoramiento desata una apoteosis química, con emociones que van desde la euforia a la ansiedad, pasando por la sorpresa, el miedo y la obsesión. La ruptura Cuando ocurre, la consecuencia es tan fuerte que puede desembocar en graves comportamientos depresivos y obsesivos.
No es sostenible El estado de embriaguez amorosa inicial no es sostenible. Ningún organismo puede soportar ese éxtasis mucho tiempo. Hay algo que se apaga En las parejas que llevan tiempo se apaga una zona de la corteza orbitofrontal relacionada con la toma de decisiones. La prueba de los 40 meses de relación Comparar la actividad cerebral de parejas que siguen juntas con otras que han roto pasados 40 meses, también puede servir para analizar si lo que ocurre en la mente influye en la estabilidad de la relación.
Una investigación dirigida por la Alpert Medical School de la Universidad Brown (Estados Unidos) analizó esta actividad mediante resonancia magnética en 18 parejas que acababan de comenzar. Cuando pasaron 40 meses, los investigadores volvieron a contactar con ellas para saber si seguían o no juntas y compararon los escáneres previos. De las 12 parejas que volvieron a responder, seis habían roto y las otras seis seguían juntas. Los escáneres de las que permanecían unidas mostraron que, al principio, en sus cerebros las zonas relacionadas con el amor romántico, como es el núcleo caudado, se activaban con mayor intensidad respecto a las de las parejas que rompieron 40 meses después