Superman no siempre fue el inmaculado héroe de moral intachable al lado de la ley. La imagen de servicial, amable, responsable y contenido es la evolución de un personaje que nació, hoy hace 75 años, como un rebelde justiciero social, con alardes de fuerza, irascible y matando si era necesario.
La primera historia de Superman fue una aventura de 13 páginas publicada en el número 1 de «Action Comics», lanzada el 18 de abril de 1938, pero con fecha de portada de junio. «El último hijo del planeta Krypton», en sus primeras historias, combate a empresarios sin escrúpulos, lucha contra una estafa a pequeños accionistas, libera de presiones sindicales a trabajadores contrarios a manejos interesados, evita el desahucio de un centro de menores, salva a una mujer de su marido maltratador o acaba con políticos corruptos.
Como lo describe el guionista Mark Waid en «Los archivos de Superman» (Norma Editorial), era «un cruzado social, un perro guardián en la era de la Depresión». «Superman es amigo de los indefensos y oprimidos. ¡Es un hombre que posee la fuerza de una docena de sansones! Levanta y lanza pesos gigantescos, salta por encima de rascacielos, corre como una bala, posee una piel impenetrable incluso para el acero: ¡Estas son sus cualidades físicas, que usa en su batalla contra el mal y la injusticia!».
El guionista Jerry Siegel y el dibujante Joe Schuster, dos chicos judíos que se conocieron en un instituto de Cleveland (Estados Unidos), crearon a un vengador personal que se valía de su fuerza para imponer su criterio, sin importar si era conforme a la ley o no. «El Hombre de Acero», de hecho, era entonces diana frecuente de los disparos de la Policía. «¡Deténgase! ¡Está quebrantando la ley!». Los métodos de Superman estaban lejos de ser los del fiel colaborador con las autoridades, en el que años después se convirtió.
El alter ego de Clark Kent, en una de sus primeras aventuras, ayuda a una banda de jóvenes delincuentes a esquivar a la policía porque considera que son víctimas de la violencia estructural. Su solución es destruir un barrio de infraviviendas, foco de marginalidad, para que el Ayuntamiento construya hogares nuevos. Tampoco le importaba matar a los malos, al contrario del estricto código ético que más tarde se marcaría. «Si no hubiese intentado acuchillarme estaría vivo.
¡Pero el destino que ha recibido era lo que se merecía!». Superman daba soluciones sencillas a candentes problemas económicos, políticos y sociales complicados. Su éxito fue inmediato: se convirtió en un héroe de masas. Como consecuencia, dio lugar a un género, lo popularizó y prácticamente creó por sí solo la industria del cómic a partir de sus sucesivos imitadores.
La Segunda Guerra Mundial marcó la inflexión de la ética de Superman. El final del conflicto supuso un cambio en el carácter del personaje hacia un héroe calmado y responsable. El mejor exponente del triunfo de Estados Unidos: usar el poder pero con limitación, como tener una bomba atómica y no volver a lanzarla. Pero sin dejar de lado su origen de justiciero. «El protector de los oprimidos. La maravilla física que ha jurado dedicar su existencia a ayudar a los necesitados».