Asisten a Campus Party, el encuentro que les permite conectarse con los expertos y las empresas del sector. Como casi la totalidad de la industria está en Buenos Aires, para los jóvenes esta es una gran oportunidad para hacer contactos con la ciencia y tecnología
Desde el miércoles y hasta este sábado, unos 1.600 estudiantes y emprendedores de distintas provincias del país duermen en pequeñas carpas instaladas en Tecnópolis. Asisten a Campus Party, el encuentro que les permite conectarse con los expertos y las empresas del sector. Como casi la totalidad de la industria está en Buenos Aires, para los jóvenes esta es una gran oportunidad para hacer contactos. Pasan las noches y los días en un gran hangar repleto de pequeñas carpas, buscando concretar el sueño de vivir de lo que les gusta Natalia Heredia, de 19 años, llegó el miércoles cerca del mediodía con 26 de sus compañeros de curso de la Escuela Técnica 3 de Pilar. Los acompañan su profesor de Informática, de Turismo y una preceptora. “Lo que más nos sorprendió fue que las empresas nos pidieron nuestros datos para próximas búsquedas laborales”, se entusiasma Natalia. Y agrega: “La noche esta dura. Muchos no sabíamos que íbamos a dormir en el suelo aunque claro, es un campamento”.
Con el aprendizaje que les dejó Campus Party 2016, los más precavidos trajeron bolsas de dormir, aislante y hasta varios decidieron acampar junto con el colchón inflable, como el caso del bahiense Alejandro Marano. Este estudiante universitario de 26 años llegó a Tecnópolis junto con cuatro amigos de la UTN de Bahía Blanca. Está entusiasmado por las charlas sobre crowdfunding (mecanismo de financiamiento colaborativo de proyectos), pero principalmente se vio sorprendido por un taller de Big Data.
“La noche esta muy buena, hay muy buen clima entre todos los campuseros. Antes de ir a dormir, por ejemplo, nos juntamos varios en una mesa con la computadora y así conoces gente de Santa Fe, Capital, del Norte y del Sur...de todos lados. Desde emprendedores a estudiantes. El clima que se arma para intercambiar ideas es genial”, confesó. desayuno, almuerzo, merienda y cena, sólo para los chicos y profesores de los colegios que se anotaron previamente. Los turnos están divididos en tres. En cada uno de las tandas son 600 las personas que reciben comida, que puede ser sándwiches de miga envasados, ensalada y una bebida. Todo el gasto corre por cuenta de la organización.
A diferencia de los que marcan los standares académicos, donde sólo el 16% de las chicas sigue una carrera tecnológica después del colegio secundario, Lorelei Suárez y Micaela Sach, ambas de 18 años y de Marcos Paz, se mostraron felices por estar en Campus Party. “Estamos interesadas en tecnología desde que ingresamos a la técnica, imaginate”, dijeron a Clarín. Y agregaron: “Los proyectos que vimos te incitan a generar nuevas ideas, estamos súper emocionadas”. Los asistentes a Campus Party tiene en la puerta numero 6 de Tecnópolis un playón con cuatro food trucks que venden las tradicionales hamburguesas completas y comidas gourmet, como rolls de langostinos y sándwiches de pollo teriyaki.
El predio permanece cerrado entre las 12 de la noche y las 8 de la mañana, con lo cual no puede entrar ni salir nadie entre esas horas. La seguridad en la zona de carpas es estricta. Además de controlar los accesos y cachear las pertenencias de los campuseros, el personal camina alrededor de las carpas durante la noche. Aunque suena cumbia hasta altas horas, la mayoría de las luces se apagan entre las 22 y 23. Con el desayuno en puerta vuelven a encenderse cerca de las 10 de la mañana. Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), una organización sin fines de lucro nacida en Puerto Madryn, se encarga de la seguridad. Raúl, uno de sus integrantes, también tiene qué contar: “Cuando mi mujer deja de trabajar en la peluquería, me viene a reemplazar para que yo vaya mi trabajo. Y después yo la reemplazo a ella. Es que esta actividad no es rentada. Lo hacemos de corazón”.