De regreso a Brasil y apurada por resolver la crisis política, la presidenta Dilma Rousseff decidió ya los cambios fundamentales en la estructura ministerial. Responde así a una de las demandas de los mercados financieros de achicar el número de ministerios: debe sentenciar la desaparición de una decena de ellos.
publicado en 01 / Oct / 15A su regreso desde Nueva York, donde participó de la Asamblea General de Naciones Unidas, Dilma optó también por entregar siete carteras a ese grupo político al que pertenece su vicepresidente Michel Temer; entre ellas una de las más sensibles: Salud.
Pondrá en ese puesto a un hombre que responde al presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, un parlamentario también del PMDB sobre el que pesan serias denuncias de corrupción vinculadas al caso de las coimas en Petrobras, que corrían entre ex directivos de la estatal y líderes de grandes holdings empresariales privados. Como definieron en el entorno de la jefa de Estado, ella buscaría demostrar con esta acción que irá a “reiniciar” su segundo mandato.
Mercadante es uno de sus hombres de mayor confianza; pero el desgaste del político petista llevó a Rousseff a pedirle que se alejara del cargo para asumir otra función: la de ministro de Educación.
Eso significa nada menos que el desplazamiento de un reconocido intelectual brasileño, Renato Janine Ribeiro, profesor de filosofía en la Universidad de San Pablo (USP).
A pesar de que Dilma juró una y otra vez que daría a la educación de los brasileños el mayor énfasis de este segundo mandato, al punto de hablar de la “patria educadora” como uno de sus grandes ejes de acción, la presidenta ya reemplazó dos veces al titular de ese Ministerio en lo que va del año; y no por motivos de eficiencia sino por cuestiones políticas.