El CD, el disco compacto que arrinconó al vinilo hasta convertirlo en material de coleccionista, cumple el próximo lunes 30 años desde que, de la mano de Sony y Philips, desembarcó en el mercado y llevó la revolución digital al mundo del audio.
El 1 de octubre de 1982 salía a la venta en Japón el primer reproductor comercial de discos compactos, el CDP-101, ¡que costaba unos 1.700 euros y pesaba nada menos que 7,6 kilos! El lanzamiento estuvo acompañado de la publicación de 50 títulos en CD de todo tipo de música por parte de CBS/Sony y Epic/Sony, desde Mozart o Beethoven hasta Simon&Garfunkel, Julio Iglesias o Billy Joel, cuyo álbum “52nd Street” es hasta hoy considerado por muchos el primero comercializado en este formato.
En ese tamaño podía entrar una hora de música grabada, pero Sony insistió en aumentar medio centímetro el tamaño final del disco compacto, hasta sus 12 centímetros actuales, para que entrasen 74 minutos. La causa de esta ampliación no está clara, aunque una de las explicaciones más populares es la que asegura que, aunque él nunca lo hubiera imaginado, en la duración estándar del CD tuvieron mucho que ver Ludwig van Beethoven y su novena sinfonía. Sony y Philips coincidían en que el nuevo disco debía ser fácil de llevar, por lo que Sony hizo todo un estudio en Asia, Europa y América para comprobar el tamaño medio de los bolsillos de las chaquetas y confirmar así que el CD de 12 centímetros entraba sin problemas.
El pequeño disco tuvo tal éxito, que para finales de 1984 Sony ya había lanzado el primer reproductor portátil de CDs, el “discman” D-50, y para 1986 la producción anual de discos compactos alcanzaba ya los 45 millones de unidades, muy por encima de los discos de vinilo. Ya para el año 2007, 25 después de su nacimiento, se habían vendido ya más de 200.000 millones de CDs en todo el mundo, pese a que ya entonces la creciente popularidad de otros formatos le estaba comiendo terreno.
Hoy en día, el uso cada vez más frecuente de soportes más pequeños que permiten almacenar descargas se refleja en la producción de países como Japón, que en 2011 fabricó algo más de 196 millones de CDs, frente a los casi 330 millones de hace diez años. ¿Se convertirá en unos años el CD en un objeto de nostalgia y coleccionismo, como lo es ahora el vinilo? Aunque muchos lo dudan, algunos aseguran que si desaparece el formato echarán de menos romper el plástico del CD, introducirlo en la mini-cadena y escuchar la música mientras leen el libreto con las letras y las fotos de sus artistas favoritos.