Sandy, que sopló con vientos de hasta 150 km/h el lunes por la noche cuando impactó en la costa este de Estados Unidos, dejó un saldo provisorio de un muerto confirmado en Queens (noreste de Nueva York), aunque se esperaba la confirmación de más víctimas mortales.
El panorama en una de las ciudades más vibrantes del mundo era desolador temprano a la mañana, con las calles desiertas, con excepción de los vehículos de la policía garantizando la seguridad, constató la AFP. Ramas y a veces hasta árboles casi enteros yacían en arterias muy transitadas como la Sexta Avenida, mientras que en áreas comerciales como Union Square o Grand Central las tiendas estaban cerradas.
El martes por la mañana unos 193.000 hogares continuaban sin energía eléctrica en Manhattan, indicó la compañía Con Edison, lo que representa una leve mejora con respecto a la noche del lunes, cuando 250.000 clientes quedaron sin luz. El presidente del distrito, Scott Stringer, señaló que era necesario reestablecer la electricidad cuanto antes pero admitió que "todo esto va a llevar tiempo". "Van a ser un par de semanas muy largas", sostuvo. El transporte público -elemento vital para los 8,2 millones de neoyorquinos- estaba interrumpido desde el domingo por la noche y no había informaciones precisas de cuándo podría comenzar a funcionar nuevamente.
El presidente de la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA), Joseph Lotha, dijo el martes por la mañana que para el sistema de transporte se trataba "por lejos del acontecimiento más devastador jamás experimentado" en la ciudad. El agua del mar se infiltró en los pasillos y túneles del metro, superando en algunas ocasiones el nivel de los andenes, explicó Lotha al canal de noticias NY1. Manhattan estaba además prácticamente incomunicada del resto de la región, con el túnel Lincoln abierto del lado de Nueva Jersey y algunos vehículos circulando por Manhattan Bridge del lado de Brooklyn (sudeste).
Por segundo día consecutivo, las escuelas estaban cerradas, al igual que la Bolsa de Nueva York. Fieles a su idiosincrasia, los neoyorquinos reaccionaban con calma ante la adversidad. Tommy Flynn, un fotógrafo de 57 años que vive en el barrio de Tribeca, en el sur de Mannhattan, se mostraba filosófico y dispuesto a tener paciencia y quedarse en casa a pesar de no tener electricidad. "Con mi novia preparamos provisiones de agua, alimentos no perecederos, pilas, linterna, chocolate. Además no tenemos adónde ir", explicó a la AFP. Kyle Kaminski, de 25 años, también iba a pasar la jornada en casa ante la imposibilidad de trabajar en su oficina, aunque pensaba efectuar una excursión al centro de la ciudad para tratar de comprar provisiones. "Vivo a seis calles de aquí.
No tenemos ni luz ni agua corriente porque todo depende de la electricidad", afirmó este analista del sector inmobiliario comercial oriundo de Wisconsin (centro-oeste de Estados Unidos) y en Nueva York desde hace ocho meses. En Battery Park, en el extremo sur, donde la crecida batió el lunes de noche, en el peor momento de la tormenta, un récord con 4,15 metros por encima de lo habitual, todavía podían verse algunos sectores inundados, aunque el agua había bajado casi por completo.