Diálogos, chistes tanto físicos como verbales siguen siendo uno de los puntos fuertes donde actores como Tom Hanks, Keanu Reeves y Tim Allen aportan tonos, ductilidad e histrionismo que el doblaje no permite
La historia de Toy Story 4, Woody, Buzz Lightyear y el resto los personajes se disponen a hacer un viaje familiar por carretera con Bonnie y sus padres. Pero cuando aparece Forky, una manualidad escolar convertida en juguete, empiezan los problemas.
Forky, que es un tenedor descartable, no se siente como un juguete, y por eso Woody quiere ayudarle a descubrir su real importancia para la niña. Todo se complica cuando el cowboy y sus amigos terminan perdidos en una tienda de antigüedades, lugar en el que deberán hacer frente a Gaby Gaby, una muñeca de plástico secundada por un grupo de siniestras marionetas.
Tras un cierre lacrimógeno y redondo con Toy Story 3, la llegada de una nueva secuela generaba desconfianza. Para qué arriesgarse a expandir una historia que había logrado su clímax en un capítulo ideal que conformaba una trilogía animada perfecta. Sin embargo, el realizador Josh Cooley se animó y pergeñó junto a los guionistas y productores de Pixar una nueva película que puede leerse como epilogo, un metraje plagado de humor, aventuras, suspenso y claro, nuevos momentos emotivos.
Sin la figura de Andy, la pequeñita Bonnie ha logrado suplantar el factor humano del filme con carisma, inocencia y un toque naif irresistible y encantador. Los juguetes clásicos siguen funcionando, ahora con un lifting visual gentileza de las nuevas tecnologías de animación que hacen que brillen más, que los colores resulten más estridentes y las texturas más palpables.
Guión es inteligente y tiene un clásico desarrollo de género, con momentos de acción, intriga y sin ningún bache, intensidad pura a lo largo de los cien minutos de duración, los diálogos, los chistes tanto físicos como verbales siguen siendo uno de los puntos fuertes (sobre todo si se escuchan en el idioma original), donde actores como Tom Hanks, Keanu Reeves y Tim Allen aportan tonos, ductilidad e histrionismo que el doblaje no permite.
Pero sin dudas, el gran acierto de esta secuela se da en la construcción de efectivos personajes secundarios, sin contar a Forky irresistible juguete de tendencias suicidas que es protagonista fundamental: Ducky y Bunny, dos peluches salidos de un puesto de feria que son responsables del humor más corrosivo y sarcástico del filme; Duke Caboom, un doble de riesgo un tanto miedoso e imprevisible; Gaby Gaby, la villana surgida de los años cincuenta; y los siniestros muñecos de ventrílocuos conforman el variopinto y logrado grupo de nuevos juguetes que expanden el universo de Toy Story.
Sin dudas este filme vale la pena, aúna generaciones de espectadores combinando homenajes y guiños con nuevos caminos argumentales. Ante tan bella y divertida película, una quinta entrega, ya no parece ni tan lejana, ni tan mala idea. Woody y compañía, siguen siendo, nuestros amigos fieles.
Las teorías señalan que perteneció al padre de Andy. Nunca lo hemos visto en pantalla, pero en algún momento tuvo que existir. Este regalaría el juguete a su hijo y él se encariñaría con el vaquero mucho más que su padre. Por esto, Woody solo recuerda su experiencia con Andy, porque es el niño que más le ha marcado y al que realmente estaba unido. Esto se ve totalmente reflejado en Toy Story 4, aunque el vaquero era muy fiel a Bonnie y quiere que sea feliz, pero sigue pensando en Andy y sabe que no encontrará un dueño como él.