El acto comenzará a las 09.30 y se tiene planeado que dure una hora y media. Previo a este ritual, dos anteriores se celebraron con la pareja y el consejo de amautas, hace unos días: una de purificación y limpieza, y la otra de recolección de aguas. “Escogimos dos ríos que se unen en uno solo y están detrás de la Cumbre. Esas aguas se trajeron y el sábado la pareja también tomará esas aguas purificadas”, explicó Fernando Huanacuni, coordinador de protocolo de la Cancillería. Para ambas ceremonias se ofrecieron dos wajtas o mesas.
Así se pide permiso a la Pacha o tierra, ese permiso se traduce en la lectura de hojas de coca para la ceremonia que se llama Jakichahui, que significa hacerse gente en la cultura aymara. “Vamos a entregar el alma”, prometió Fernández.
“Estoy contenta, feliz, ansiosa y contando los minutos para las ceremonias, y ajustando detalles”, expresó la novia, que ya se aprendió los detalles del Jakichahui. Fernández ensayó en compañía de sus padres, Óscar y Gloria, y de su hermana Vivian. Juntos recorrieron el sitio arqueológico y de ahí se dirigieron a la laguna verde, que deberá ser parte de la ceremonia, pero hace falta que la limpien para que esté a punto.
Para llenar la ausencia del novio, estaba en su reemplazo el hermano de éste, Raúl, que al escuchar la llamada de su cuñada que decía ¡novio, novio!, él iba corriendo hasta su encuentro.
Lo que falta ajustar es el cuidado de los sitios arqueológicos. “Debemos elaborar un plan de protección debida del patrimonio”, sostuvo Hugo Ávalos, encargado del sitio arqueológico.
Más de 20 arcos, por donde atravesará la pareja, serán colocados en Tiwanaku, adornados con platería y aguayos. La celebración concluirá en la plaza del pueblo, donde se ofrecerá una última wajta. Allí la pareja invitará el ají de fideo y bailará Irpasta, un huayño que ayer le cantaron los amautas a la novia, mientras ella se aprendía la letra.