El escritor Mo Yan ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2012, según ha dado a conocer la Academia Sueca en Estocolmo. El jurado ha destacado que el autor chino «combina los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad con un realismo alucinante».
Gracias a su novela «Sorgo rojo», llevada al cine en 1987 por el prestigioso director Zhang Yimou, el recién nombrado premio Nobel de Literatura es uno de los escritores más famosos de China. En el país de las copias y la censura, tal distinción conlleva un par de pesadas cargas: ser uno de los autores más pirateados del mundo y estar permanentemente en el ojo de huracán, ya sea por su compromiso político o por la falta del mismo.
Precisamente, esto es lo que le achacan algunos disidentes como Ma Jian, prohibido en China por obras como «Pekín en coma». Aunque sus libros destacan por su aguda crítica social, Mo Yan ha conseguido sobrevivir en el difícil mundo de la literatura china sin pisar demasiados callos al autoritario régimen del Partido Comunista. Para ello, quizás haya tenido que morderse la lengua en más de una ocasión, empezando por su propio nombre literario, Mo Yan, que en mandarín significa algo así como «abstente de hacer comentarios».
Toda una declaración de intenciones que Guan Moye, como realmente se llama, confesó durante un discurso en la Universidad Abierta de Hong Kong. Quizás porque en la antigua colonia británica se respira más libertad que en Pekín, allí reconoció ante un auditorio lleno de estudiantes que escogió dicho nombre para recordarse a sí mismo que era mejor no hablar demasiado en un país como China, donde las opiniones sinceras no son siempre bienvenidas. El «primer» Nobel que China puede celebrar Por primera vez, China puede celebrar abiertamente que uno de sus ciudadanos ha sido galardonado con el premio Nobel.
En 2010, el disidente Liu Xiaobo se enteró de que había recibido el de la Paz en la cárcel, mientras cumplía una condena de 12 años de prisión por liderar la «Carta 08» por la democracia. Y no entre rejas, sino en su exilio en la India, es donde el Dalai Lama supo en 1989 que su lucha por la causa tibetana le había hecho merecedor también del Nobel de la Paz. En 2000, el de Literatura recayó sobre Gao Xingjian, que huyó de China en 1987 y cuyos libros están prohibidos en este país. Por su parte, los otros Nobeles chinos son científicos que han cambiado de nacionalidad para desarrollar sus carreras en otros países.