La pérdida de masa muscular asociada a la edad interesa a la ciencia por los efectos que produce en una población cada vez más envejecida, pero un nuevo estudio sugiere que perder vigor y volumen de músculo no siempre es malo... si eres un cetáceo.
El trabajo se basa en las necropsias de más de 150 cetáceos de diferentes especies que fueron realizadas por Antonio Fernández, uno de los científicos con más prestigio del mundo en el estudio de estos animales, y más en concreto de una serie de ejemplares de delfín moteado del Atlántico. La bióloga Eva Sierra explicó que en estos animales, su principal músculo motor, el longísimo del dorso, va cambiando con los años y se vuelve más lento en edades seniles.
En apariencia, nada extraordinario, si no fuera porque gracias a ello el músculo se vuelve más eficiente en consumo de energía y oxígeno y se recupera mejor de la fatiga, dos cuestiones determinantes si eres un animal que se pasa toda su vida nadando en movimiento constante y apurando al límite el oxígeno cuando bucea. Ese cambio, precisó Sierra, se debe a que, al mismo tiempo que pierde otro tipo de propiedades más explosivas, el músculo de los cetáceos gana con la edad en número y tamaño de fibras de tipo 1 de contracción lenta, más eficientes en el gasto de energía.
Proceso. Ese tipo de “músculo lento” posee más mioglobina que el rápido, es decir, más cantidad de la proteína que permite acumular oxígeno. Y gracias a ello, remarcó, se ha convertido en un músculo que permite absorber más oxígeno, que ayuda a los cetáceos de mayor edad a prolongar el tiempo que pueden permanecer bajo el agua. Los científicos subrayan lo importante que son las patologías asociadas a la pérdida de masa muscular con la edad y lo poco que se estudia ese fenómeno, más allá de los humanos y de los ratones de laboratorio.
El estudio destaca las claves que convierten a ese cambio asociado a la edad en una ventaja adaptativa en el caso de los cetáceos, mamíferos de larga vida, gran volumen cerebral y numerosas similitudes fisiológicas y patológicas con los humanos. De modo que pueden ser un modelo muy útil para la ciencia. “No somos idénticos, pero podemos comparar en ellos información relativa a los humanos”, apuntó Sierra.