Hace 30 años, se cerró una etapa oscura de la historia boliviana, protagonizada por gobiernos de facto que sembraron luto y dolor en miles de familias. El 10 de octubre de 1982 la sociedad civil organizada recuperó la democracia, que en 30 años de vigencia consolidó avances en materia de derechos políticos, aunque dejó tareas pendientes en materia social y económica, coincidieron analistas y congresistas.
El periodo más prolongado de institucionalidad en la historia del país. El padre Luis Espinal y el parlamentario Marcelo Quiroga Santa Cruz fueron dos de cientos de víctimas fatales que impulsaron el retorno de la democracia al país, encarando a las dictaduras militares. En octubre de 1982 Bolivia recuperó la vida política institucional. Esa fecha, el general Guido Vildoso entregó a Hernán Siles Suazo la presidencia del Estado.
Suazo había ganado las elecciones generales de 1980, pero un golpe de Estado organizado por el exgeneral de Ejército, Luis García Mesa, truncó su posesión. Así dio comienzo a un largo período democrático que en 30 años experimentó subidas y bajadas, con hechos que marcaron la historia del país, como la relocalización de los trabajadores mineros en 1985, la nacionalización de las empresas nacionales entre 1993 y 1997, la ‘guerra del agua’, ‘febrero negro’ y la ‘guerra del gas’ en 2003, hechos que reconfiguraron un nuevo escenario político en el país.
El analista Idón Chivi, en un artículo denominado ‘Democracia en Bolivia: Entre memoria política e historia constitucional’, resalta que para Bolivia el 10 de octubre no sólo representa la consolidación de las elecciones de 1980, sino el cierre definitivo de un largo periodo de oscuridad militarista, autoritarismo, corrupción y narcotráfico. “La democracia en Bolivia ya no es una pesadilla neoliberal, sino la realidad de un sueño llamado gobierno del pueblo, desde el pueblo, con el pueblo. La democracia en Bolivia es de los invisibles e invisibilizados; despreciados y depreciados entran en la historia y en la revolucionan, a mano y sin permiso. La democracia en Bolivia ha decidido descolonizarse, hacerse indígena y popular”, manifiesta.