Filas interminables de autos en las principales carreteras, vuelos domésticos colapsados y la partida incesante de autobuses desde la terminal central en Buenos Aires. No, no es el escenario de una guerra ni una peste, sino de un nuevo feriado nacional.
El podio pertenecía a Colombia, con 18, hasta que días atrás el Congreso argentino declaró feriado nacional por única vez al lunes 24 de septiembre en conmemoración del bicentenario de la Batalla de Tucumán, una de las tantas que se libraron por la independencia de la corona española. Argentina celebra en 2012 como mínimo un feriado nacional en cada mes del año. Este beneficio contrasta con la política laboral de otros países, como Estados Unidos, donde hay diez que no son obligatorios ni remunerados.
Y en América Latina los argentinos duplican a México y Ecuador. Esta marca de feriados nacionales responde a una clara estrategia de la presidenta Cristina Fernández para favorecer al turismo interno y alentar el consumo, especialmente en períodos de menor crecimiento económico. En 2007, cuando asumió el cargo, solo había 12 feriados nacionales. Durante los siete fines de semana largos o turísticos –cuando un feriado nacional cae viernes o lunes– que hubo este año viajaron 9.5 millones de personas por el país y gastaron US$1,660 millones, según el Ministerio de Turismo. Esta actividad emplea de manera directa a 1,2 millón de personas y representa siete puntos del PIB.
“El turismo es una medida socioeconómica central del país”, destacó Oscar Ghezzi, presidente de la Cámara Argentina de Turismo. “Es un importante generador de empleo por excelencia, también de divisas. Es una actividad que derrama. Moviliza a todas las economías, de las grandes ciudades hasta los pequeños poblados”. Hay feriados para todos los gustos: patrios, religiosos, por el carnaval, en memoria a las víctimas de la última dictadura militar (1976-1983) y en homenaje a los héroes de la guerra por la soberanía de las Islas Malvinas contra Gran Bretaña en 1982, entre otros.