Especialistas notaron que personas que consumen grandes cantidades de bebidas dulces como refrescos gaseosos y zumos de frutas tienen un porcentaje del 27% de sufrir demencia
Científicos de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York encontraron un vínculo entre el consumo de azúcar y el riesgo de padecer el mal de Alzheimer, según el estudio presentado en la conferencia dedicada a dicha enfermedad en Chicago.
Investigadores estadounidenses analizaron el estado y dieta de 2.226 personas durante siete años que no presentaban demencia en el comienzo del estudio, recoge Daily Mail.
Según los resultados del estudio, aquellas personas que añadían 30,3 gramos de azúcar a su comida o bebida cada día presentaban un 33% más de riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que quienes agregaban solo 5,8 gramos. De entre los participantes en el estudio, 429 individuos desarrollaron finalmente la dolencia.
Los especialistas notaron que las personas que consumen grandes cantidades de bebidas dulces como refrescos gaseosos y zumos de frutas tienen un porcentaje del 27% de sufrir demencia.
El azúcar abarca una gran variedad de endulzantes que se pueden dividir en monosacáridos (como la glucosa, la fructosa y la galactosa) y endulzantes complejos (como la sucralosa, lactosa, maltosa, etc.). El azúcar que solemos usar es la sucralosa y es un carbohidrato que se encuentra de forma natural en diversas plantas, principalmente en la caña de azúcar. La sucralosa está compuesta por dos tipos de endulzantes simples: fructosa y glucosa.
Este es uno de los aspectos que más escuchamos, pero vale la pena recordarlo. Los endulzantes añadidos, como la sucralosa o el jarabe de maíz de alta fructosa, contienen un alto porcentaje de calorías vacías, por lo que no aportan nutrientes esenciales de ningún tipo. Debemos recordar que nuestro cuerpo requiere proteínas, grasas esenciales, vitaminas y minerales, pero el azúcar solo contiene energía.
Cuando la gente consume del 10-20% de calorías en forma de azúcar puede desarrollar serios problemas de salud y deficiencia de nutrientes.Además los dientes se ven afectados con la aparición de caries. Esto se debe a que el azúcar contiene partículas de energía digeribles que fomentan la aparición y crecimiento de bacterias en la boca.
Para entender los daños que el azúcar nos provoca debemos entender primero su composición. Cuando el azúcar entra en el sistema digestivo se descompone en glucosa y fructosa. La glucosa es vital para las células de todos los organismos del planeta y si no la agregamos a nuestra dieta, nuestro cuerpo puede producirla de forma natural y en la cantidad que requiere.
A su vez, la fructosa no puede ser producida de forma natural y tampoco es necesaria para nuestro organismo. Debido a esto, nuestro cuerpo tiene dificultad para metabolizarla cuando es ingerida en gran cantidad. Cuando tomamos o comemos una pequeña porción de fructosa (una pieza de fruta) o acabamos de hacer ejercicio no nos afecta demasiado porque se convierte en glucógeno.
De esta forma se almacena en el hígado para ser usada cuando la necesitamos. El problema inicia cuando el hígado tiene demasiado glucógeno acumulado, seguimos ingiriendo demasiada fructosa y esta se convierte en grasa, generando diversos problemas de salud. Es importante recordar que la fructosa que encontramos en la fruta no nos provoca daños, ya que su cantidad es mínima y su origen en natural.
También debemos tomar en cuenta que las personas que llevan una vida sana y se mantienen activos físicamente pueden tolerar mejor el azúcar que quienes llevan una dieta occidental y rica en carbohidratos y calorías.
Cuando la fructosa se convierte en grasa en el hígado también genera colesterol negativo. Sin embargo, parte de esa grasa se queda y provoca hígado graso. Este se ha convertido en un problema muy serio en los países occidentales y se asocia con enfermedades metabólicas de todo tipo. Algunos estudios han demostrado que quienes tienen hígado graso suelen consumir 2 o 3 veces más fructosa en comparación con una persona sana.
La insulina es una hormona vital para el funcionamiento de nuestro cuerpo pues permite que la glucosa o azúcar en la sangre entre en las células de la sangre y fomenta la quema de glucosa en lugar de grasa. El exceso de glucosa en la sangre genera una reacción que se manifiesta en complicaciones de la diabetes, como ceguera o amputaciones.
Una característica de la disfunción metabólica causada por la dieta occidental es que la insulina deja de funcionar de la forma adecuada cuando las células se vuelven resistentes a ella. Esto se conoce como resistencia a la insulina y puede causar obesidad, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.
Diversos estudios han demostrado que el consumo de azúcar promueve y facilita la resistencia la insulina, especialmente cuando su consumo es excesivo.
Cuando nuestras células se vuelven resistentes a la insulina, las células beta de nuestro páncreas trabajan más. Esto es crucial porque los niveles elevados de glucosa en sangre pueden generar daños graves e irreversibles. Con el tiempo, la resistencia a la insulina se vuelve más fuerte y el páncreas ya no puede producir la cantidad de insulina necesaria para mantener controlados los niveles de azúcar en sangre.
En este punto es cuando el diagnóstico de diabetes tipo 2 es inevitable. Debido a la cantidad de azúcar que contienen los refrescos y bebidas endulzadas comerciales, quienes las consumen tienen un 83% de riesgo de padecer diabetes tipo 2.
El cáncer se ha convertido en uno de los padecimientos que más muertes ha causado en el mundo y se caracteriza por el crecimiento descontrolado y la multiplicación de las células. La insulina es una de las hormonas clave en la regulación de este crecimiento. A causa de esto, muchos científicos creen que los niveles de insulina altos y constantes causados por el consumo de azúcar contribuyen a la aparición del cáncer. Esto se agrava con el hecho de que el azúcar facilita la inflamación, otro de los factores determinantes para el desarrollo del cáncer.
Desde luego que el consumo de productos con azúcar no van a definir que una persona sufra cáncer o no, pero si es un factor que no debemos pasar por alto. Para evitar correr el riesgo que enfrentar esta grave enfermedad se debe procurar llevar una dieta sana y un estilo de vida saludable.
Aunque nos han enseñado que las calorías son negativas, lo cierto es que no todas son creadas igual y por lo tanto, no todas causan daños. Cada alimento tiene efectos particulares en nuestros cerebros y en las hormonas que controlan el consumo de alimentos. Varios estudios han demostrado que los efectos de la fructosa y la glucosa son muy distintos. Los alimentos que contienen fructosa generan letargo o disminución de la actividad física y no genera saciedad en las áreas del cerebro que dominan el hambre. Con el tiempo, esto provoca una mayor necesidad de comer alimentos ricos en azúcar.
El principal problema es que esta necesidad se convierte en un círculo vicioso del que es difícil salir. Entre más azúcar se consume, más aletargado está nuestro cuerpo y más necesidad de tenemos de consumir azúcar.
Debemos recordar que la fructosa que genera resultados negativos es aquella que tomamos a través de alimentos procesados. La fructosa natural que encontramos en la fruta no tiene los mismos efectos dañinos porque su cantidad es mínima y no ha sido modificada con químicos de ningún tipo.
Una alternativa es la Stevia:
El azúcar puede ser sumamente adictiva para mucha gente. Al igual que las drogas, el azúcar promueve la generación de dopamina en el centro del placer del cerebro. Los alimentos endulzados artificialmente tienen ingredientes que no encontramos en los alimentos naturales y que nuestro cuerpo no puede controlar. Por este motivo, quienes son particularmente susceptibles a caer en una adicción corren riesgos con el azúcar.
Mucha gente cree que esta adicción es menos peligrosa o seria que el resto de adicciones y no prestan mucha atención a su control. Esta actitud puede ser sumamente peligrosa, por ello se recomienda que quienes la padezcan se abstengan de consumir productos endulzados artificialmente. Aunque puede ser complicado adoptar una dieta de este tipo, es la única forma de evitar recaer en la adicción.
Quienes viven con adicción al azúcar deben buscar atención médica y nutrimental para modificar los hábitos que les hacen daño. En algunos casos también es necesaria la atención psicológica para tener un tratamiento completo.
La forma en que el azúcar afecta a las hormonas y al cerebro es la receta ideal de la obesidad debido a que disminuye la saciedad y ocasiona que los adictos a ella pierdan el control sobre su alimentación. No es de sorprender que las personas que consumen más azúcar también tienen mayores probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad. Esto aplica para todas las edades.
De acuerdo con los estudios realizados, el sector que se ve más afectado por el consumo de azúcar son los niños. Por un lado se ha encontrado que la cantidad de endulzantes que los productos que toman los niños son muy elevados. Pero además está el hecho de que su organismo está menos preparado para hacer frente a los problemas que el azúcar trae consigo. Las estadísticas indican que el consumo de dulces y alimentos endulzados aumenta en un 60% el riesgo de obesidad en los niños.