La regla de los cuatro regalos tiene un propósito usar, estimular aprendisaje,algo que necesite de verdad, y algo que desee
Navidad se ha vuelto una competencia de quién regala más o mejor. Se tiende a llenar a los niños de muchos presentes y se olvida inculcarles cuál es la esencia de estas fechas: compartir. De ahí que se ha venido generando una tendencia mundial conocida como La Regla de los Cuatro Regalos.
Esta práctica consiste en darle a los chicos obsequios que tengan un propósito:
?Algo que puedan ponerse y usar (ropa, zapatos, accesorios).
?Algo que estimule su aprendizaje (libro de cuentos o actividades, juegos de estimulación temprana o los de mesa, porque sirven para compartir en familia).
?Algo que necesite de verdad (una ropa de baño, un pijama, un bolso).
?Algo que desee (el clásico juguete de moda es un buen ejemplo).
La idea es que los padres puedan coordinar previamente esta pauta con los abuelos y tíos, que quieran darle un presente a los niños. De igual manera, ellos deben consultar antes de comprar cualquier artículo para evitar repeticiones o saltar alguna regla que se haya fijado en casa.
El Ministerio de Salud (Minsa) recomienda que, a partir de los tres años, se regalan triciclos, bicicletas, patines y skateboards. Otros juguetes más accesibles son las pelotas, raquetas y sogas.
Para los mayores de 7 años son idóneos los juegos donde puedan desarrollar sus destrezas e imaginación, como los de mesa o sets de dibujo. También se sugiere regalarles experiencias, como unas clases de natación, baile o ir de campamento familiar.
Incentivar el juego siempre será importante, porque le permite al niño aprender a respetar las normas sociales y de convivencia, trabajar en equipo y manejar sus emociones, incluyendo la frustración.
¿QUÉ PUEDO HACER?
Julio Príncipe, psicólogo y socio fundador de Congruencia.pe, comparte útiles herramientas que puedes aplicar durante todo el año. Así lograrás que la Navidad no se convierta en sinónimo de regalos.
1. Practica la gratitud en casa. Genera en tus hijos el hábito de agradecer de forma continua, tanto por lo bueno como por lo malo. Aprovecha espacios como desayunos, almuerzos, comidas o momentos como el despertar y el irse a dormir para recordar que la vida es en sí un regalo.
2. Dona y comparte. Convierte en una tradición familiar el donar juguetes, libros, ropa, muebles en buen estado a comunidades que lo necesiten. Este proceso de desprendimiento es perfecto para conversar con tus hijos sobre la vida y sus desafíos, reconociendo la dignidad y fortaleza de las personas que salen adelante a pesar de las dificultades.
3. Comunícate de antemano. Aunque suene redundante, no dejes de conversar en casa y con los amigos cercanos acerca de tu idea de tener regalos significativos, realmente valiosos para tus hijos. Incluye, de ser posible, a los niños en estas conversaciones.
Si llegado el caso aparece un generoso tío con un regalo inesperado, sé agradecido y habla con tu hijo sobre qué harán con él. Está bien si quiere quedárselo, lo importante es que se sienta involucrado y sepa que es un tema de conversación.
4. Compra conscientemente. Aprende a diferenciar entre necesidad y deseo. Conversa con tus chicos sobre estas distinciones. Si vas de compras, hablen de precios y lo que está permitido. Incluso, si no comprarán nada.
Este planteamiento está amarrado a una mayor consciencia de lo que usan en casa. Cuando desempaquen los objetos de decoración navideños del año pasado, diferencien entre los que puedan reusarse, reciclarse o donarse. Con ello reconocerán la importancia de no comprar por comprar, para no causar mayor impacto en el planeta.
5. Haz hincapié en tener conciencia de uno mismo. Estas fiestas pueden ser la oportunidad de empezar prácticas de conexión con uno mismo (y si tienen una religión en casa, de fortalecerla). Tener a la familia reunida es el momento ideal para reforzar la sensación de que contamos con lo más importante para ser felices.
La ausencia del último smartphone o videojuego entre los regalos de Navidad puede ser una frustración para tu hijo, sobre todo, cuando es adolescente. Pero podrás evitarlo si la gratitud se convierte en una práctica diaria.