John Gertz es un apasionado de la Astronomía, hasta el punto de que preside una fundación privada llamada FIRSST, afincada en Berkeley (California) y dedicada a financiar las actividades del SETI, el instituto que se afana en buscar vida inteligente fuera de la Tierra desde hace 50 años.
A Gertz le parece muy bien poner la oreja y esperar tranquilamente y en silencio una señal llegada del espacio, pero está completamente en contra de que seamos nosotros los que saludemos y desvelemos nuestra posición a unos hipotéticos alienígenas que no tienen por qué ser unos simpáticos seres creados por Spielberg.
Según explica en una carta publicada en Arxiv.org, el archivo para la prepublicación de artículos científicos de la Universidad de Cornell, lo que se conoce como METI (Messaging to ET Intelligence), también llamado SETI Activo, es «imprudente, no científico, potencialmente catastrófico y poco ético».
La búsqueda de una señal de fuera de la Tierra por parte del SETI comenzó en los años 60 dirigida por Frank Drake, el famoso creador de la ecuación que calcula cuántas civilizaciones extraterrestres hay ahí fuera. Pero desde esa fecha hasta ahora no ha habido ningún resultado positivo, un completo aburrimiento.
Por ese motivo, algunos astrónomos proponen hacer algo más de ruido y anunciarnos a nosotros mismos. Se trata de enviar transmisiones de radio intencionales y poderosas a las estrellas con la esperanza de captar la atención de nuestros vecinos en el Universo y que sean ellos quienes nos descubran. Algo así solo se puede realizar con un radiotelescopio de gran alcance, como el de Arecibo, potencialmente capaz de ser detectado a grandes distancias interestelares.
Para Gertz esto es terrible. Para empezar, argumenta en su carta, no conocemos nada respecto a esa civilización con la que intentamos contactar, por lo que no podemos aceptar de base que esté impulsada por el altruismo y la cooperación por mucho que sea científicamente superior. Lo único cierto es que no tenemos ni idea de cómo serán, así que pueden suponer un serio peligro para nosotros.
Como Hawking recordaba, algunas visitas terminan de una forma no muy simpática para los nativos, como ocurrió cuando los españoles llegaron a América. Paul Davies, científico del proyecto SETI, dijo en su día que «si los alienígenas quisieran conquistar nuestro planeta podrían haberlo hecho ya en los últimos 4.500 millones años», y Seth Shostak, también investigador de la organización, cree que «cualquier cosa que nosotros tengamos aquí, ellos podrían encontrarla en el lugar donde viven.
Y en el caso de que en la Tierra haya algún recurso que no exista en su planeta natal, seguramente habría una forma más fácil de conseguirlo que la de venir aquí a invadirnos». Pero Gertz cree que eso es hablar demasiado y ser muy poco precavido.
El autor de la carta señala además que lo que hace METI no es ciencia, sino diplomacia no autorizada. Según explica, un contacto intencionado con una inteligencia extraterrestre está completamente prohibido por el llamado Primer Protocolo, adoptado por la Academia Internacional de Astronáutica en el año 2000 y propuesta por el Comité para Usos Pacíficos del Espacio Exterior de Naciones Unidas.
El principio dice que no se debe enviar una respuesta a una señal o evidencia de inteligencia extraterrestre sin una consulta internacional. Además, dice Gertz, «los partidarios de METI presumen de hablar por toda la humanidad. Eso es antidemocrático, ya que no nos dan la oportunidad de estar de acuerdo con sus transmisiones o ningún control sobre el contenido del mensaje», dice.
Shostak anunció en su día su convencimiento de que SETI será capaz de encontrar vida inteligente fuera de la Tierra en unos 20 años. Pero reconoció que la realización de este logro depende del desarrollo tecnológico y «de la financiación que se realice sobre este aspecto» en los próximos años, un aspecto fundamental. Si más apoyo privado empieza a cuestionar sus métodos, la búsqueda puede volverse mucho más difícil.