El café es una bebida estimulante debido a la cafeína que contiene. Se trata de una sustancia capaz de activar todas las células del organismo especialmente las del sistema nervioso.
Es fácil de asimilar y no se acumula, porque a las 3 ó 6 horas de haberla tomado se elimina por la orina. Según la variedad de que se trate, el café es más o menos intenso. La variedad robusta tiene un 2% de cafeína, mientras que la arábica solo acumula un 1%.Además queda con distinta concentración según la cafetera en la que se haga, el de cafetera clásica es más ligero que el café exprés.
La principal función del café es la de estimular los impulsos nerviosos entre las neuronas y tomado en pequeñas dosis actúa contra la fatiga y tonifica el organismo. Dos o tres tazas al día nos mantienen despiertos favoreciendo las funciones intelectuales, pero no hay que pasarse porque el exceso puede producir nerviosismo, insomnio, incluso temblores y palpitaciones pudiendo reducir la capacidad de rendimiento en quienes no están acostumbrados a tomarlo.
Tomar café, pero con precaución. Cuando se toma café con frecuencia el organismo se adapta, incluso se crea una cierta adicción que hace que las personas que están habituadas a tomarlo sufran algunos síntomas si no consumen su dosis habitual de cafeína. Este síndrome de abstinencia puede producir irritabilidad, cansancio, ansiedad, dificultad de concentración y dolor de cabeza.
En casos más extremos, cuando se toman entre 400 y 600 mg de cafeína durante periodos de una o dos semanas o más, pueden dar lugar a síntomas físicos y sufrir temblores, por eso no hay que abusar. Lo aconsejable es no pasar de dos o tres tazas al día sin superar los 200 mg de cafeína.
El estímulo de la cafeína es útil en casos de desmayos y lipotimias, pero también puede producir insomnio, aunque a quienes están acostumbrados a tomar una taza todas las noches no les suele afectar.