Presidente Evo Morales convertido en un novel pugilista entrenando por la boxeadora profesional de origen boliviano Jennifer Salinas, quien logró sacar por unos instantes al Primer Mandatario de su ajetreo político para conseguir que se calce los guantes que ella misma le obsequió rato antes.
Jennifer Salinas, de padre boliviano y madre estadounidense, lleva casi diez años en el mundo del boxeo, y como profesional tiene un récord de 13 victorias, cuatro por nocaut, de un total de 16 peleas. A sus 27 años, la ‘Reina boliviana’ —así conocida cuando sube al cuadrilátero— aspira a pelear por el título mundial tras haber derrotado en sus últimas presentaciones a la boxeadora número dos de Estados Unidos, Caitlin Dance, y hace pocas semanas, a fines de julio, a la también estadounidense Angel Gladney —tres veces aspirante al título mundial—, obteniendo de esa manera el derecho de postularse a una corona si acaso en los próximos meses logra un par de triunfos más del mismo nivel.
Salinas nació en Estados Unidos, pero vivió en un barrio cruceño hasta los 15 años, cuando junto con su madre partieron de regreso al país del norte, donde fue descubierta gracias a su afición por el boxeo e inició una carrera ascendente que la ha convertido en una de las púgiles más notables de ese país. “La reunión de hoy (ayer) me dejó completamente sorprendida, (el Presidente) es un hombre de deporte, ya lo sabía, pero el interés que demostró en ese gran proyecto es una obra de Dios. Estamos confirmando la pelea que se llevará en Bolivia con la ayuda de Evo Morales”, manifestó la boxeadora.Jennifer Salinas tiene cuatro hijos, la última nació hace cuatro meses. Ser mamá —según dijo ayer— no le ha impedido subir al cuadrilátero; por el contrario, su familia se convierte en un aliciente para seguir adelante.
La boxeadora llegó al país para realizar una rápida gira por los principales departamentos, con la finalidad de observar las condiciones para albergar una pelea por el título mundial, y elegir la sede en caso de darse el evento. Morales se puso el par de guantes rojos con los que Salinas tumbó, a lo largo de su carrera, a más de una oponente, y siguió atento las instrucciones de la boxeadora, hasta que ambos tomaron la pose de combate, sonriendo divertidos ante las cámaras, por supuesto sin lanzarse el primer golpe.