Ya destituida Dilma Rousseff dejó el martes por última vez la residencia presidencial de Brasilia y se aprestaba a embarcar hacia Porto Alegre, en un viaje que simboliza el fin de una era en Brasil.
Seis días después de ser destituida por el Senado, bajo el sol incandescente del Distrito Federal, Rousseff, de 68 años, abandonó hacia las 15:30 locales (18H30 GMT) el Palacio de Alvorada, rodeada de un centenar de militantes y de varios exministros y legisladores.
Rousseff descendió de su vehículo y pisó el asfalto regado de pétalos rojos y amarillos en la entrada del predio para saludar a sus partidarios. Allí, detrás de unas gafas de sol, recibió besos, globos en forma de corazón y rosas. Su gesto fue acompañado por lágrimas y uno de los gritos más usados durante los agitados últimos días de su presidencia: "Dilma, guerrera de la patria brasileña".
"Estoy muy triste, muy triste, sintiendo que el país va a quedar un poco huérfano", dijo Cecilia Monteiro, jubilada de 56 años. La ahora exmandataria partirá a la ciudad sureña de Porto Alegre en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña y sus objetos personales serán transportados en cuatro camiones.
Será recibida con un acto político, punto de partida de lo que se espera sea una oposición dura a Michel Temer, su exvicepresidente, que la sucedió y a quien señala como el articulador de un "golpe parlamentario". Rousseff perdió su mandato tras un turbulento proceso de nueve meses. Exguerrillera marxista en su juventud, fue condenada por haber violado la Constitución al autorizar gastos de espaldas al Congreso y maquillar las cuentas públicas.
Agobiada por una crisis económica, desconectada del Congreso y con su gobierno golpeado por acusaciones de corrupción, Rousseff tambaleó desde el inicio de su segundo mandato en 2015 y cayó cuando aún le quedaban dos años y cuatro meses de gestión.
Atrás, la primera mujer en presidir Brasil deja cinco años en la jefatura de Estado como heredera de Luiz Inacio Lula da Silva y miembro del Partido de los Trabajadores (PT), fuerza de origen sindical que inspiró a buena parte de la izquierda latinoamericana.
"Sale con la cabeza erguida, tal como luchó durante todo este proceso y durante toda su vida", dijo el senador del PT Lindbergh Farias, integrante de la comitiva de más de 10 vehículos oficiales que, una vez que Rousseff terminó su despedida, se alejó a toda velocidad hacia la base aérea.