Enrique Peña Nieto escribió:“Misión cumplida: lo tenemos”, y la noticia comenzó a dar la vuelta al mundo. “Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”, tuiteó el presidente de México. En un motel de carretera de Los Mochis, un pueblo a seis kilómetros de Sinaloa, un hombre de 155 centímetros y bigote espeso había sido detenido.
El Chapo Guzmán estaba vestido con una camiseta de tirantes que fue blanca, pero que en ese momento era un trapo percudido de tierra y barro de las alcantarillas. La foto difundida por el Gobierno mexicano lo muestra enmanillado, con los ojos bien abiertos y sin ningún rastro de lesiones. El hombre que ridiculizó a Peña Nieto al fugarse de la cárcel más segura del país por un túnel de más de un kilómetro, el 11 de julio de 2015, estaba de nuevo bajo custodia.
Casi se escapa Está bien pudo ser otra crónica de cómo escapó Joaquín Guzmán Loera. Dos horas antes de que Peña Nieto tuiteara su captura, la Marina había lanzado un boletín que no escalaría entre las noticias principales de la jornada, en un país más preocupado por la crisis económica que por la guerra contra el narcotráfico.
Daba cuenta de un operativo en las afueras de Sinaloa -la tierra de nacimiento del Chapo- en el cual había allanado una mansión y había abatido a cinco sicarios, detenido a otros seis y se había incautado de un arsenal que incluía rifles de asalto, un lanzacohetes cargado y dos rifles calibre 50, de los que usan los francotiradores para perforar los autos blindados.
En contrapartida, solo reportaba un oficial herido sin gravedad. Para ese momento, el diario Excelsior informaba de la fuga de Orso Iván Gastélum Cruz (que también sería capturado), presunto jefe del cártel de la zona norte de Sinaloa. Eso no alcanzaba para ser noticia principal en un país golpeado por la violencia narco.
Cinco muertos no es novedad para una nación que ha soportado más de 100.000 víctimas de la llamada guerra contra las drogas, que comenzó en 2006. Ni el parte de la Marina ni las notas de prensa mencionaban al capo que, una vez más, había burlado al operativo a través del sistema de alcantarillas de la ciudad.
Según un reporte de EFE, Guzmán, en algún momento de su fuga, emergió del alcantarillado, se hizo con el control de un vehículo y logró llegar al Hotel & Suites Doux, un motel más apto para amoríos que para vacaciones. Tal vez el Chapo no tuvo tiempo ni de sentarse. La cama de la habitación en la que fue fotografiado luce impoluta, como si hubiese sido recién tendida.